Eindhoven Carnavals/Carnavales en Eindhoven
It is not the usual February 14th. The streets are not dominated by fellows with huge and monochromatic bouquets of flowers, also neither a chocolate box under their arms. Beautiful and happy melodies don´t resound inside the lovers minds. At least it does not in Eindhoven.
This February 14th in Eindhoven the streets were dominated by huge fellows wrapped in colouring, printed, and even sometimes hairy, pagan-festive attires with a six-pack under their arms. That traditional music of Nordic origin that only makes you feel like getting drunk, flooded the road and the soul of its pedestrians.
What a lot of colour! So many anonymous concealing! The perfect occasion to outing my travelled and injured 400D.
The difficulty about this kind of occasions comes from the amount of attractive incidents happening all of them at the same time. Become to shoot in time to each of them with the desired angle and composition is a task almost impossible, especially if we insist on using the manual mode.
Normally, when I do “street photography” I like to involve in the frame the individuals that call my attention because of their origin, the action they are carrying out, the clothes they are wearing, or the story their lonesomeness is telling me.
In this occasion everything was calling my attention, so I tried to focus my better shots in the groups of persons who shared the same costume, and whose colour highlights over the rest of the environment that surrounded them.
However, I couldn´t avoid falling in the temptation of photograph the curious lonesomeness of those persons who, even though sharing space, time, and customs, seemed being out of context.
Txema LdR
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No es un 14 de Febrero al uso. Las calles no están dominadas por tipos con enormes y monocromáticos ramos de flores, ni una caja de bombones bajo el brazo. No resuenan en la mente de los enamorados alegres y románticas melodías. Al menos no en Eindhoven.
Este 14 de Febrero en Eindhoven las calles estaban dominadas por tipos grandes envueltos en coloridos, estampados, e incluso en ocasiones peludos, atuendos pagano-festivos con un six pack bajo el brazo. Esa típica música de origen nórdico que no hace otra cosa más que darte ganas de emborracharte inundaba las vías y las almas de sus viandantes.
¡Cuánto color! ¡Cuánto anónimo que disimula! La ocasión perfecta para sacar a mi maltrecha y viajada 400D a pasear.
La dificultad de este tipo de ocasiones reside en que pasan muchas cosas al mismo tiempo, todas ellas muy atractivas. Llegar a disparar a tiempo a cada una de ellas con el ángulo y composición deseados es una tarea prácticamente imposible, sobre todo si nos empeñamos en utilizar el modo manual.
Normalmente, cuando realizo “fotografía callejera” me gusta involucrar en el cuadro a los individuos que me llaman la atención, ya sea por su origen, la acción que están llevando a cabo, la ropa que llevan puesta, o la historia que me cuenta su soledad.
En esta ocasión todo me llamaba la atención, así que intenté centrar mis mejores disparos en los grupos de personas que compartían disfraz y cuyo color destacaba sobre el resto del ambiente que les rodeaba.
Sin embargo, no pude evitar caer en la tentación de retratar la curiosa soledad de aquellos que pese a compartir espacio, tiempo y costumbres, parecían estar fuera de contexto.
Txema LdR